jueves, 31 de marzo de 2016

La ciudad llora, gris e inhóspita,
sus lágrimas golpean con rabia
al recién llegado,
reprochando su ausencia.
Nada puede camuflar
el dolor de lo incierto.
Dolor sin intermediarios.
Dolor con forma de soledad.

Imaginar el futuro próximo
y prever esa circularidad
del fatigoso fluir
de los días hieráticos
que seca su garganta
y palidece su alma. 

El despertar es brusco.
No hay paliativo
y hiere
y anula
y envejece.

jueves, 24 de marzo de 2016

Hasta los veinticuatro años
se creyó invulnerable, eterna.
Su juventud la acorazaba
cuando surgía-de oscuros cobertizos-
la violeta víbora del miedo.

Un día enjaularon esa ilusión
y fue consciente de
lo efímera que era su piel,
de lo frágiles que eran sus huesos.

Llegó el temblor
y caducaron sus frescas ramas.

La cuarta pared

En la filmoteca
las ficciones palian el horror
de esos cables
que me amordazan el cuerpo
y encadenan mi alma.

Fotograma a fotograma,
un desconocido
me aleja de este presente metálico,
ofreciendo olvido
con cintas de colores.

No cerrar los ojos
ante la violencia.
Permanecer impasible
cuando el paroxismo
se ha adelantado sin cámara,
arrasando todos los paisajes,
derrumbando todas las escenas.

Como espectadora 
me desato -de forma temporal y precaria-
de la soga del aquí y el ahora.

 Caen sobre mí
 melodías intensas,
juegos de luz y sombra
en el cuenco vacío
de mis ojos.

Deseo atravesar la pared
y quedarme ahí,
difuminada como un extra,
desenfocada como el olvido.
El muelle está tranquilo
y el cielo permanece nublado.
Se escucha una canción popular
a través de los cristales de un grisáceo edificio.

Los antiguas canciones suenan
en las bocas de los jóvenes
para ahuyentar el miedo a dejar de serlo.

El profesor-ya no tan joven-
canta también
más allá de su propia pena.

La voz permanece intacta,
luz del faro
en la oscuridad de la niebla,
valiente barco
ante la ferocidad de las olas.

Cantan para unir sus voces
y crear un vínculo invisible
que perdurará en algún cajón
nunca trazado.

Cantan porque están vivos,
cantan porque cantando
se alivia el dolor
de nudos invisibles
que oprime sus muñecas.

Eres muy joven
para reconocer
esta certeza que te muerde las palabras:

Vivirás en un desierto sin nombre que nadie ve-pero todos perciben-.
No podrás huir:
Sus tormentas de arena
te perseguirán a lo largo y ancho del planeta.

El desierto no va  a abandonarte,
está instalado en el fondo de tu boca,
se vislumbra en el reflejo de tu mirar.

Escribir es tejer parches para coser el alma.
Los parches son eficaces hasta que acaban descosidos.
Esta palabra estéril expresa pero no ilumina.
Ahora solo vacío inexorable.
Se agostan las palabras al escribir,
se fatigan los pasos al andar
y todo se vierte en una espiral de carencias.

¿Qué has hecho con nosotros?

Desentrañábamos ciudades
como si fueran secretos celosamente guardados,
incendiábamos el cielo
con la luz de nuestros pasos,
arañábamos las tardes al sistema,
ensanchando el horizonte.

¿Qué nos has hecho?
¿Por qué ahora?
¿Por qué a nosotros?

Devuélvenos esa juventud que nos has arrancado de cuajo.





Bloques de hormigón
configuran su cuerpo.
Un corazón de litio
bombea sin pedir permiso.
La piel migratoria
refleja los cercos que lo acorralan.
Desenfundar la palabra
como el vaquero del Far West.
Solo que aquí el argumento no es tan simple,
no hay guion
ni hay balas
pero sí heridas,
heridas como flores yertas en primavera.

La resolución es el huracán en la taza de té -un amargo té negro sin miel-
turbio como la sangre de las yemas de tus dedos,
como el ataque de las agujas invisibles
que se te clavan en los brazos.

El jilguero llora
y el marinero decide
tapar el ojo de buey
para dejar de ver la costa.

Los viajes serán círculos de olvido
para desaparecer esporádicamente.
Fotografías impersonales para alejar
el sentimiento.

Y, mientras tanto, los engranajes del tiempo
siguen funcionando,
nada se detiene,
seguimos volviéndonos amarillos
como papel antiguo.

miércoles, 23 de marzo de 2016

No hay mejora
cuando todo se agrieta.
Han muerto los caballos,
estallan los cristales,
se deshace el cielo.
Las parcelas se confunden,
arenas movedizas
y arrugas donde hubo cálidos hoyuelos.
El cuerpo, esa cáscara traidora
a la que estamos sometidos
se retuerce
cuando el sufrimiento es el único leitmotiv.
Arrojar palabras de sosiego
que suenan huecas,
dejar de decir, de creer,
de pensar, de soñar.
A merced del temporal
se encharca la vida
impregnándolo todo
de un color verdoso

martes, 22 de marzo de 2016

Detenerse por completo.
Ni dolor ni consciencia
al abrigo del sueño
para paliar este deterioro
tan imparable y tan lento.

Repetición mientras
el cuerpo mengua
y los párpados exigen
el sueño.
Sueño por interrumpir
el eco agónico de la conciencia,
los susurros que fluyen como sangre
envenenada.
La habitación permanece cerrada,
las persianas bajadas.
Qué decir cuando se extingue lo decible. Estas bocas son pozos de agua estancada aunque ya nadie se de cuenta.
Lo terrible es real y no se puede ver ni pronunciar sin abrir cicatrices.
Su presencia debilita el color del cielo
y arranca las raíces de la sonrisa
que algún día esbozamos
pero ya nadie recuerda.
La infección está ya instalada
en estas pupilas sin brillo.
Palidece la vida
y no hay oficina en la que reclamar.

La frustración es palpable
y corpórea. Tus manos le pertenecen.
Los días se desgajan resecos
mientras cantas
disimulando el grito
ante un público parcial.

domingo, 20 de marzo de 2016

Las palabras se han gastado
como suelas de zapatos infantiles.
Esta continuidad nos arranca la piel.
Los recuerdos atropellados se difuminan
y solo queda el silencio
que envuelve  este dolor desnudo contra paredes apagadas.

lunes, 14 de marzo de 2016

Purgatorio

El aljibe de esta soledad
tan áspera y nítida
ha ahogado al poeta.

El tiempo carcome
este cuerpo-páramo
de animal herido.

Soportar la pausa
hasta que se rompan las letras.

Hoy se ha despertado sin alma
de forma deliberada.

Quería producir una mirada de sorpresa
en aquellos seres que le rodeaban.

...

Eran las diez y media de la noche
y nadie parecía haberse dado cuenta.

Las palabras escasean
cuando el plural es ya distante
y la risa solo un eco apagado,
un sonido foráneo y esquivo.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Laberinto codificado de sombra
para el reo condenado
a la frialdad de los plazos.

El sueño apaga
este desván oscuro
de conciencia.

Este intermitente
detiene esporádicamente
la tenaza de la angustia.