no creer
es lo que cuenta
al ajarse nuestra
barca en un canal
de esta ciudad que no es Venecia
(ni quiere serlo)
El álamo taciturno despierta tarde
y quizás
escriba un poema al sentir
en su raíz
los golpes del río.
Los gatos
escriben poemas junto a la catedral.
La vidriera se empaña
para no vernos.
Esta mañana
las callejas sin deseo
desvelarán al niño
de rodilla herida
mucho antes del sueño.
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