Luchan los muros al caer la tarde,
la incomunicación desprende un eco de sal,
fuimos jóvenes
pero fue el tempo lento quien nos cubrió de belleza.
Nos enredamos a domingos de susurro y azul.
La estabilidad es esta luna que tiembla
entre tus manos de escarcha
y mi adicción al azar.
El invierno nos hizo más fuertes
porque sufrimos mucho.
Y ante ti,
vida presente.
Y ante mí
pulsos contiguos.
No lo olvides:surcaremos el mar.
Lo sé porque ante nosotros
hay espejos de luz nívea
y láminas tan finas
como arrugas en la voz.
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