Este silencio crepita
sobre nuestro vivir interrumpido,
abrazando límites de luz
en mapas temporales.
Las llamas son mi vértigo,
no te nombro porque estás en mí.
Amanece sobre nosotros,
títeres en vilo,
artesanos de permanencia.
Lo sublime
sabe dulce porque está herido,
es temblor que al derramarse
nos crece:
como manzanas maduras
nos curtimos de azul en azul,
de surco a continente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario