Leve es el transcurso
del verano abrupto.
Esta orilla
es la de los gatos resignados,
nuestra piel ha aprendido
a camuflarse en su trinchera.
La carretera,
los vados,
las mañanas tan desnudas,
recogidas en veladas diapositivas.
Nos detenemos ante la visión
de un nuevo horizonte de arena y voces pálidas,
hace calor,
tenemos la boca seca,
las manos son lazos que permiten lo paralelo en nuestra sombra.
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