domingo, 23 de noviembre de 2014

No hay fórmula mágica,
ni péndulo que funcione
en estos cuerpos sin barómetro.

La premisa de un texto
para esconder el huracán de habitación cerrada
que gobierna este invierno de pincelada rápida.

Los barcos se hunden a las cuatro en punto
mientras nos reímos de forma absurda,
ajenos a los cuerpos que nadan a nuestro alrededor,
degustando la tragedia
porque nuestros párpados saben
que los aviones surcan el mapa hasta que se acaba el combustible.

Este titubeo está fabricado por pájaros herrumbrosos,
comemos palomitas y se empaña el sonido del timbre.

Silenciamos los laberintos
para salvar la nostalgia,
vimos cómo claudicaba el beso
al otro lado de la pantalla,
en el margen del equilibrio.

No conocíamos la geografía
de estos páramos cenagosos,
pero acertamos a encontrar la puerta
antes de que se llenase de barro el último retrato
atrincherado en la penumbra del salón.

Aceptar el golpe para madurar:
amargos hasta endulzarnos con la edad,
temblando como melocotones antes de morir,
acariciando la noche previa a la helada,
embadurnados con estas palabras
de puzzles escudados en silencio,
opacos como me dijeron que eran los códigos...

aquellas cosas que querían decir otras cosas...

jueves, 18 de septiembre de 2014

Skype.

Geografía invisible que aproxima continentes
nutriendo vínculos de raíz profunda
a través de una lengua extranjera.
no hay pálpito
cuando la emoción está hecha a medida.

Incompatibilidad con el discurso.

Cuando la imposición congela el arte
Rescatas al verbo de la frialdad gramatical
Inundas a golpes un poema para decir basta
Simulacro de adaptación a la persona que en ti se proyecta
Implantas un método de perfección mecánica
Sintetizando la rabia a través de la palabra.


Fluir como el color sobre el óleo,
empapar la voz con la brutalidad del ahora.

El esteta odia la concepción de lo práctico
y se evade en lo inmediato. 

El tiempo estructurado
como tejido geométrico
que tanto nos gusta romper.

Crecer al margen del espejo,
anudarse a lo real desdibujando
 el zumbido de lo ajeno.
Arrugarnos en la feliz tragedia de vivir.
Se nos desgarran los días
como hojas en la lluvia,
y tu mano tiembla
con mi temor enzarzado.

Preservar el plural nos salva
hasta que la trémula tempestad se extingue.

domingo, 13 de julio de 2014

El derrumbe voluntario en el sueño
mengua la lenta transición,
achatando las horas alargadas,
cuando solo quedan los ecos
y memoria de cosas que ya no son,
de veranos que casi no recuerdas,
de fuentes que se han agotado.


Elegir el vacío
valorando la comfortable renuncia al mundo exterior,
sabiéndote transeunte de los no-lugares.

miércoles, 2 de abril de 2014

Han llegado los barcos del sur
y no esperabas en la ensenada.

Después del miedo,
desconociendo el paradero
del invierno que perdiste,
decides arrancar la raíz muerta
para escapar del páramo.

Te has fragmentado en los cuerpos de los jóvenes,
en la promesa de la lluvia,
en los callejones que huelen a naranjos,
en los niños que cruzan el paso de cebra
inconscientes de que su seguridad
llena de luz el mirar de quien
contempla su reciente aterrizaje.

No perderás más inviernos
porque te has tatuado en la escarcha de los días,
estás en la paz de la mujer que habita
este patio de canciones antiguas,
en la melodía que enciende
la lumbre cuando araña el frío
y se derrumban los párpados.


Has trascendido la frontera de los mapas del gesto,
mecida por el susurro de una ciudad-laberinto,
madurando en la persistencia del temblor,
pues eres piel encendida atravesando el poema,
electricidad que germina en los surcos de la voz.


martes, 4 de febrero de 2014

retornar al desasosiego,
a la tierra de lo estéril
muriendo de rabia en el tránsito
al ver el derrumbe
sin entender por qué.

Cuando el trabajo conlleva castigo
las ventanas de la cara se me rompen,
las flores se pudren, lo fresco sabe a rancio,
el despertar suena a tañido lúgubre.

jueves, 30 de enero de 2014

he soñado con una casa de piedra
sin cobertura y con paz,
mientras las horas se me derriten ante pantallas, 
tengo una maraña de horas enroscadas al cuello,
cada vez pesan más,
arrastran abstracciones atragantadas,
poemas asediados por lo racional,
calcos de voces ya escuchadas.

Noche estática,
simetría en el recorrido,
mismo claroscuro
que atravieso ahogando la voz, tic-tac

y otra vez página no encontrada,
ausencia de respuesta, tormenta sin huella,
incertidumbre gélida

Al fondo hay una cuerda que no veo,
pero cuya presencia lo inunda todo, filtrándose en el poema,
arrancando cada letra, desarmando el verso, mientras
se resquebraja el invierno entre lejanos susurros y este inconmensurable vértigo
que puede usted palpar en esta boca seca.