El plazo
es la antesala del mal sueño.
El mundo es azul marino
el azul marino es el color de la reflexión.
No hay muralla ni fortaleza,
solo queda el verso libre como maniobra
cuando la realidad no puede ser evacuada.
Trepar más allá de la conciencia
mientras la incertidumbre te araña las manos
Qué responder
cuando has perdido las piezas necesarias para planificar el discurso
Por qué estupor cuándo angustia dónde frío
Los días no se pliegan porque son menos flexibles que el lenguaje
Días estáticos en los que saboreas
la tormenta tan agria en tus labios secos.
No hay toalla ni forma de enjuagar este atasco de lágrimas enloquecidas dentro de ti.
No pronuncias porque estás ciega,
no vislumbras la salida
y dejas que se te derritan las razones.
Jadeas entre álamos oxidados,
se te entumecen los gestos
ante el invierno amplificado
Te reconoces efímera y torpe,
por eso vives atenazada por el miedo
de que alguien lo descubra.
Resiliencia
ante el estupor al comprobar
que hasta el último centinela
abandona estas ruinas.
Los pájaros evitan esta dirección
y la lluvia acelera su caída.
El gris infinito se conmueve
cuando el oxígeno disminuye.
Y no hay aire,
ni fulgor,
solo resignación
ante la certeza
del castigo sobre
estos cuerpos
arañados.
Se me rompe el verbo
mientras los barcos huyen
para no ver lágrimas colapsadas
ni el hielo que perdura.