neumáticos ni se cambia el aceite,
se arreglan las incoherencias
ocultando el hecho
de que no son exclusivas del lenguaje.
Representar un papel,
buscar un equilibrio
consciente de la inutilidad
del intento.
Desinstalar la aplicación del presente al repetir escenas necesarias.
Estás situada en una latitud que marca el principio de la estructura narrativa circular en la que siempre te has hallado inmersa.
Los días se incendian antes de la llegada del verano.
El dolor se intensifica para recordarte que estás viva.
El año en que dejé de ser joven
los días se confundían como nudos
idénticos: Colgados bajo tus ojos,
los instantes morían dejando a su paso arrugas casi imperceptibles.
Seguían publicando noticias en aquel plató sin director
y el mundo giraba en torno a la soledad
de esas diminutas pantallas resplandecientes; transmitiendo el eco de la continuidad.
La continuidad era una sala de espera
a la que los individuos, cabizbajos,
asistían sin motivo ni conciencia,
como envases de plástico
arrastrados por la marea.
El sistema perdurable empañaba la belleza intensa de lo efímero.
El acto de aquella obra era solo ruido de fondo.
Nadie me ofreció el cambio de guion que necesitaba.
La cuerda era áspera y tenía las manos heridas.
Olía a pólvora, pero los crímenes se habían cometido sin necesidad de pistola.
Consejos de ti para ti misma.
Protección instintiva del miedo:
Jamás cruces un puente al pasado:
recuerda lo que supuso la escalada
después de que cortaran las cuerdas.
Fiereza animal contra el peligro:
Aún sientes aquella caída al vacío,
aunque se desdibuje bajo
emociones más intensas.
Ya no tienes quien te salve.
No lo olvides.
La supervivencia será algo difícil,
tenlo en cuenta.
No me sale explicar
lo que deseo negar.
No quiero que las palabras salgan
a través de este surtidor malherido.
Esta conciencia está en un limbo
donde la luz no llega.
Regálame un flashback en el que me pueda quedar.
No se puede diluir
el sentimiento más nítido.
La bruma de este presente
asfixia.
Presente: víbora
que no necesita dientes
para ser letal.
No acepto que solo quede
la geografía de esta piel
que se rebela contra
el eje temporal que la somete.
Llegar a Santa Maria del Mar
cuando suena una canción solemne
y preguntarse por qué todo ocurre
de una forma tan implacable
mientras una melancólica belleza
lo absorbe todo.
Las lágrimas te mojan mejillas
mientras las vidrieras se derriten.
No hay un ente
que explique el vínculo
de esta existencia tan brutal y sublime
al mismo tiempo.
Solo recolectamos instantes y paradojas.