No sé medir la distancia
ni beberme las horas que me sobran.
Sé que el sol seca los charcos
alumbrando esta piel que sobrevive.
Lanzo los dados a ciegas
y espero que las pequeñas trampas
que tiendo al hastío funcionen,
tal vez no hoy, ni mañana,
pero sí algún día,
en ese lapso indeterminado que queda en mi biografía.
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