Orfandad de palabras.
Son las tres y veinte.
El cielo, uniformado de azul,
luce su ostentosa indiferencia.
Plazos como coordenadas
para despertar mañana.
El fin de la ciudad,
un banco en el que nadie se sienta.
Jadear como un electrodoméstico viejo.
Perderle miedo al miedo.
Agotar lo inagotable.
Perderle miedo al miedo.
Agotar lo inagotable.
Hasta los gritos hipotecados
y el cuerpo en ruinas,
Expectativas y desesperación.
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