Este calor húmedo consigue aplacarme con intermitencias
pues el hueco ardiente de tu reflejo
se filtra incontenible.
Aquí los lagartos son negros y tienen la cola azul,
descansan junto a los caminos sombríos
que recorro despacio durante el día
y con celeridad por la noche,
cuando trato de escapar
de mi propia sombra.
Los días se entrelazan como los cromosomas de ADN:
hay paralelismos innegables
pero como los habitantes de esta tierra,
mantienen con fuerza su individualidad.
Al levantarme he llorado antes de internarme en el bosque.
Me faltan palabras para describir este presente,
siento como las cenizas se disuelven en mis pupilas
y el futuro permanece velado tras la cortina.
Esta incertidumbre me pellizca el hombro izquierdo
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