Las vidrieras
se te derriten en el marco de los ojos
formando corrientes de colores
que se funden y difuminan:
Acuarela del llanto.
El blues, caramelo amargo
que se te descompone en la lengua.
Estratega exhausta y expuesta,
has dejado la emoción hibernando bajo un escudo frágil,
pero esta noche
el miedo late,
golpeándote el cuerpo
como la lluvia hace con los adoquines.
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