Hace tanta soledad que las palabras se suicidan y lo más inquietante
es observar cuán indiferente resulta.
Le preguntan qué tal,
responde "bien, gracias",
apostillando un "y tú"
tan normativo
como poco convincente.
Y seguir saltando a la cuerda
a pesar de que ésta no exista.
Ahora todo son plazas, esquemas,
planificación en una tormenta
que ni siquiera usted puede controlar.
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