El drama sonó a comparsa.
salieron los payasos.
Sonaba el violín,
pero demasiado lejos.
Había niños,
llevaban flores
cuando la montaña
no había despertado aún.
Él desfilaba esperando encontrarla
pero el tren se había retrasado,
o al menos eso se decía en voz muy baja,
mientras miraba su reloj suizo, sistemático y frío.
Acabó el desfile.
Ella no estaba,
pero él ,sin girarse para mirar,
tomó el camino a casa,
y aquella noche,
contra todo pronóstico,
durmió a pierna suelta.
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