te encontré en el descansillo
cuando sonaba Eva cassidy
y tu piel dejó de arañar.
parecías distinguirme a medias,
me acerqué a ti
pero tu muro congeló el gesto.
los colores eran pálidos,
como un cuadro de Veermer.
Había tulipanes,
se estremecieron las vidrieras,
la puerta del salón estaba entreabierta,
pero no nos apeteció pasar.
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