llevo la capucha puesta
y creo que así no me ves
pues mi rostro está tatuado en el reverso del mapa,
nazco donde los alucinógenos
nos dan alas de gomaespuma,
donde los planes suenan bien
versificados,
donde las horas muerden sin sangrar.
ante este enjambre de vacíos
la carne se me clava
entre signos de interrogación
y, con cautela, empiezo a ordenar los cajones del futuro.
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