El amor se traduce en una caricia a destiempo,
en una cocina lenta y bien cuidada,
en aliviar una espalda cansada,
en la cercanía hilvanada día a día,
en la rutina irrepetible,
en ser participes de una lucha conjunta,
en el hallazgo de una continuidad deseada,
en la conciencia de haber superado el límite
donde lo ajeno se funde con lo propio,
donde la delimitación del ser varía
y no hay singular,
pues la pluralidad nos ha hecho más fuertes.
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