Desenfundar la palabra
como el vaquero del Far West.
Solo que aquí el argumento no es tan simple,
no hay guion
ni hay balas
pero sí heridas,
heridas como flores yertas en primavera.
La resolución es el huracán en la taza de té -un amargo té negro sin miel-
turbio como la sangre de las yemas de tus dedos,
como el ataque de las agujas invisibles
que se te clavan en los brazos.
El jilguero llora
y el marinero decide
tapar el ojo de buey
para dejar de ver la costa.
Los viajes serán círculos de olvido
para desaparecer esporádicamente.
Fotografías impersonales para alejar
el sentimiento.
Y, mientras tanto, los engranajes del tiempo
siguen funcionando,
nada se detiene,
seguimos volviéndonos amarillos
como papel antiguo.
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