eras tan listo, tan listo, tan listo
que te quedaste solo
con tu abrumadora inteligencia,
tú, juez al que nadie osaba criticar,
tú, hombre polifácetico y artista incomprendido,
tú, enigma inasequible para la mente estándar.
No te contestaron
cuando llamabas.
Solo el pi, pi, pi, del teléfono,
nada más.
fue entonces, cuando empezaste a preguntarte
si tu estructura era tan fuerte, tan sólida,
si tus argumentos eran tan cautivadores,
si tu lavia te salvaría de la soledad,
sí,
esa
que ahora
te agarra la cara
y castiga tu supuesta perfección.
ahora
cuando te percatas
de que siendo tan listo fuiste tonto.
tonto a secas,
tonto sin más,
rozando esa vulgaridad
que tanto te asustaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario