las preguntas se escondieron bajo el velo
del tiempo inabarcable
y no hubo nada más,
solo silencio en la misma canción.
un pianista
se negó a tocar:
la partitura
era la misma durante toda la semana.
Se levantó, cerca de la ventana,
y tocó la canción que nadie estaba preparado para escuchar.
Después dejó el escenario y dijo:
Sed imprevisibles.
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