la tierra la acoge al despertar después del fuego,
tras la hierba,con la coraza puesta,
en el cuerpo transparente de la lluvia,
lejos de los abrazos que presagian frío,
del sol presente en tanta ausencia,
camina sobre nombres muertos,
juega con luz pero sin risa,
siempre por la mañana,
cuando la ciudad rejuvenece
y su caricia es deseo roto,
tan cerca del paisaje,
en el paseo de sombras deslumbradas,
esta tenue sensación de olvido.
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