me duelen las retinas
pero hay que seguir tecleando.
la lluvia se hace esperar.
y mis horas golpean,
nadie sabe dónde está la carpeta azul:
me muerdo los labios como si fueran cerezas maduras,
hoy hace tanto calor que los pájaros se derriten.
estas nubes de color indiferente
me han hechado el mal de ojo,
pero no está el fotógrafo
y nadie se llevará la excusiva
pues es en punto y aquí todo empieza a y cuarto
tú no estás
o sí
pero eso hoy no me importa
estoy desterrada de la voz,
fuera de cobertura ante toda presencia.
solo el reloj tiembla nervioso,
es un salvaje implacable
tras su coraza de rutina
y equilibrio nórdico.
la tarde me trae esta ceguera en una visión sin parabrisas,
y más silencios convertidos en carne,
ya expansiones de mí misma
son solo horas sordas,
matices de un incendio
en otros cuerpos que se apagan,
un canto
en el río de páginas lentas,
otra pirueta sobre la vasta extensión del vacío
mi garganta que bebe
sin tener sed
no encuentro mi carpeta azul:
nadie sabe dónde está.
1 comentario:
Muy bueno.
Una cosa: pones "hechado el mal de ojo". Debe ser "echado", pues es del verbo echar.
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