el cuerpo,
su despertar,
eco de sed apagada,
esa distancia estremecida
que al balancearse
nos devuelve la separación más cerca.
Avanzan las estaciones,
mis pies emiten su leve quejido,
late en tu lluvia la noche extinta,
nos descubrimos frágiles ante el presente.
Llanto contenido,
abrazos jóvenes en esta luz matinal
de sangre y nieve
pero no aquella,
una distinta.
Caminar hasta caer de bruces
desterrando tanta muerte desarmada,
incribiendo tatuajes
en el tortuoso camino hacia el olvido,
son estos incendios azules,
irresoluble mapa de texturas,
nos elevan al borde del dolor
y ya no somos el ladrar del perro aislado,
también la voz es nuestra:
este día
es una vida inenarrable
Prescindo de la música
estableces un puente:
somos transparencia
y fundirme
y fundirte
y fundirnos
en el beso más ahogado
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