aleatoria e imprecisa,
su abstracción imprimía palabras
en las marquesinas vacías,
establecía puentes para llegar
a la blancura de los días perdidos.
La veían pasar,
llevaba consigo un antiguo halo de nostalgia
y una paz renovada por el hombre de la lluvia.
Nadie conocía el resumen de la edad de su boca
ni presagiaba la trama que aún quedaba por resolver.
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