Quiere trepar más allá del miedo
y observar el mundo desde el ángulo
de quien escapa libre,
desea su mano
como presencia solar,
la dulce certeza de ser transeuntes
en la ciudad plataforma,
donde no hay búsquedas
ni encuentros casuales,
donde tan solo se sientan juntos
devorando lo desconocido
con el hambre voraz que desprenden sus ojos.
Volar sobre ese mar de tigres ajenos
y teatros que dejan rastro.
Solo estar fuera del marco,
encontrados de nuevo
para vivir la plenitud
de ese pasaje tan íntimo
dirigiéndose la unión sin sus heridas,
al último desván de labios encendidos
donde el origen susurra poemas de cuerpo dulce
y su calor se mece sobre un tambaleo hasta el olvido.
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