Somos únicos
en nuestro propio laberinto,
donde construimos países sin bloques de hormigón,
sin prisiones que nos tiemblan,
sin necesidad de creencia,
ajeno a las horas de cáscara y calavera.
Asterión tiene los ojos vendados,
escuchamos su latir líquido,
la ironía de la piel
nos marca el tempo.
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