los colores degollados
y aquella postal de Cadaqués sobre el escritorio.
El mantel está sucio y nadie lo cambia,
la luz de la biblioteca
es una jaula de luciérnagas blancas,
este escribir es voz de una ínfima fracción de pensamiento aletargado,
no quiero oír sobre correcciones o formatos,
solo deseo acribillar lo invisible con palabras
para aliviar mi cuerpo despojado,
cuéntame que esta noche han explotado los televisores,
que mi piel no emite ondas magnéticas
y que no se me pegan las semanas a la piel
como charcos,
como arrugas.
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