el doliente
y sus versos de nácar
se sienten indecisos,
demudados, desarropados
bajo la mirada crítica
de ellos,
esos hombres de gabardina oscura
y cigarrillo sutil,
ellos,
que tantas veces
han sentido,
ellos que parecen estar de vuelta
cuando no ecuchas sus lamentos acallados
solo presentes cuando finges dormir
y los escuchas gemir en sueños.
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