los motivos
en las hojas de la lluvia
huyen de su propia sombra,
hambrientos de un nuevo poema
en el laberinto de la misma piel.
burlando la distancia entre manos sin tinta,
he encontrado un hogar bajo la ceniza de ayer,
precipitada a las afueras de la luz,
cuidada por el rayo de humo,
en el origen de la piedra que ladra.
El diluvio desarma lo que no entendemos.
No sé casi nada de mí
y el agua
juega a ser lava:
Es nieve que quema
en un cuerpo distinto.
El futuro no es una opción
sino un billete de solo de ida,
uno de esos que albergan el deseo
de que la tierra devore lo que quise creer
pero no pude.
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