no pretendas matizar lo irrevocable,
ya es mediodía
y sigo sin enternder a dónde
fuimos a devanecernos,
nos he buscado hasta en el talón de la memoria,
en los frascos rotos de le los tulipanes,
en los cuadernos perdidos en el avión.
son las cuatro y diez
hora de mi marcha,
y ni espero
ni vienes.
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