septiembre empieza con el color del mercurio,
en equilibrio incorruptible,
mientras ella permanece en el balcón sin pretexto,
deseando lo distante
para mirar más lejos,
la espera es un charco sobre el cemento,
su quietud irreal forma palabras dispersas,
como todo lo que sigue su línea sin variación
septiembre empieza,
colores amainados al final del cielo estival,
en las calles más estrechas un hombre ruega algún cambio,
por insignificante que sea,
pero el cielo de septiembre no contesta,
su lluvia devuelve a los transeuntes la memoria del hogar,
llega en silencio,
doliendo con su realidad sobria,
imagen desnuda
sobre esta piel con nostalgia de lo convulso
que ataba a la tierra.
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