su llamada fue absurda,
la carretera estaba llena de coches
pero el deseo era un continente ajeno, extraño,
ella se asfixiaba ante aquel reflejo,
su lúcidez dolía más de lo esperado,
era aquel rumbo de mujer sin gravedad ni límite humano,
quería unas manos en el hombro,
se mordía los dedos,
ocultaba sus charcos,
preguntaba sin por qué,
no sabía dónde meter tanto tiempo vacío.
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