Esta primavera es cálida y asquerosa
como la placenta de un caballo
cuando el potro ha muerto.
Mi odio se ha despertado enérgico
y la enfermedad se ha apoderado
del verde de las hojas nuevas,
verde que confundo con las paredes del hospital.
Y mi verso es ya rehén de la angustia,
no hay paz en la luz,
solo amenaza.
No hay expectativa en mi voz,
solo grito.
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