Se quiebra la voz y se agotan las alas
(los días se oxidan en un desguace)
que mantenían intacta la cerámica de la esperanza-tenaza.
Alquitrán en las entrañas del cielo.
En la calle el mendigo mira hacia arriba
y decide no comunicar
que arden furiosas las nubes
(embrutecidas en una estela sangrienta)
ante un presente que naufraga.
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