diciembre llega como nieve de otro tiempo.
Gregorio Samsa encuentra
un hueco para llegar al sol.
Las calles suenan a otra ciudad,
y todas traen los mismos nombres.
Los parques hablan de silencio
y luces navideñas,
tras los cristales del café,
otra tarde ocultando
el temor a la estatua.
La piedra no tiembla,
aunque esté tallada por Rodin,
aunque secuestre miradas de emoción,
aunque nieve sobre su piel de mármol.
La piedra ha aprendido a ser fría:
no sufrirá en invierno.
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