las piedras de la ciudad tienen fiebre,
llueven metáforas sobre lo inombrable,
los cuerpos están
donde la palabra tiembla,
se cierran las avenidas
y cargamos con recuerdos leves
la tarde aúlla
con voz desconocida,
como un perro en el hayedo,
como la sangre del lunes frío,
como nuestra piel de fresno,
como un sueño sagrado,
como canciones que dañan.
pero el campo es tan verde
y estamos tan nuevos...
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