el año es montaña sin horizonte,
camino inacabado de piedra gris,
aria para el pajáro sin destino,
el abrazo que nos faltó a oscuras.
el año es ya algo ajeno,
se nos enredan los motivos
con el nylon de la voz.
el año es esa búsqueda inconsciente,
el ladrido del perro silencioso,
ecos del cuerpo antiguo,
un juego con el movimiento del cielo
el año
muere en el poema
pero regresa con la misma luz sin rumbo:
solo una huella permanece
el destello del sol en las manos,
la tierra que nos salvó aquella noche,
se acercan las horas que no vivimos
las horas que no vivimos...
se nos dibujan en la piel
al perdernos en el recuerdo de los días del sueño,
cuando la vida
nos sumergía en laberintos de luces contrastadas,
cuando el mar estaba en peligro,
cuando el cielo erá más aire
y desde lo alto,
podíamos ver mejor.
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