con vistas a otro cuerpo,
con sombras de una onda electromagnética
llegas como el cortocircuito de un beso,
como el árbol que vivió más que el Empire State,
como el niño que juega a luchar
en un suburbio de México,
toses con voz de perro
y el humo cae por tus hombros.
Al respetar todas las restricciones
el ártico se te acerca demasiado
y por eso
cambias el termómetro para sobrevivir
ya que vivir viviendo
se te olvidó desde el principio.
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