el desagravio de mi piel sometida
nos salpicó,
solo hubo manzanas, mordiscos y víctimas,
también silencio
siempre silencio
este silencio que araña,
deje de tener intenciones de ti,
era ya una intrusa en tu voz,
no acertabas los matices de mi boca,
los acordes se rompían con nosotros,
como errores que llegan siendo lineas
hasta cortar
la unión de los cuerpos que siempre tienen sed,
que no recuerdan la tierra
y por eso caen agotados,
desabrigándose en insalvables distancias.
2 comentarios:
Hermoso poema, hay fuerza en el lenguaje y puertas en el corazón.
Saludos, maribel.
muchas gracias :)
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