este el resplandor
de aquel cuerpo
que se mengua envejeciendo dulce,
la fijación del otoño por las sombras de llovizna,
y todos los demás veranos
donde todos los incendios son edificios de sal
esta noche las rocas no nos dicen nada
porque tienen miedo
y el miedo es la prolongación del aullido,
ese animal que devora el tenue bailar
de las olas,
las olas son mareas que te pertenecen,
y el espejo está en ti
y tú siempre tienes miedo
pero ahora no lo encuentras.
hoy nadie sabe a dónde retornar
ni se desvela el camino para perderse,
solo una certeza:
los asmáticos siempre tienen los poemas desabrigados.
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