No procures salvarte de sus ojos.
Nunca sabes qué decir,
te asustas en el incendio de la presencia,
duelen tanto los gestos que los destierras.
Las palabras,
tus armas casi letales,
se vuelven negras plumas sobre el suelo,
ya no son tuyas, ya no son tuyas...
Entretejes noches diseñando métodos
para retenerle un minuto más,
para luchar contra el olvido de ti misma
y la imposibilidad es una patera inestable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario