domingo, 30 de octubre de 2011

Solían decir que aquellos jóvenes tenían la boca cubierta de hielo
y manejaban con habilidad sus marcos de autoficción.

El desarrollo dela luz eran todos aquellos años desperdigados
en la plaza de piedra y cielo.
Despertaban tarde con las preguntas desatando incendios
bajo el letargo de unas manos solas.

Aquel frío fue distancia,
el miedo ajeno,
tan fácil de advertir,
los soldados retirados llegaron a la cala de las fieras pasivas,
se anticipó el tiempo sobre su espalda,
" me gusta tu madurez" le confesó una estatua a la lluvia,
la lluvia cubrió el rostro que ardía,
antes de avanzar, indepenendiente, a otra tierra,
hacia un paisaje extraño,
a través de nuevas sombras,
a través de antiguos besos,
ya destartalados como construcciones en crisis.


Ellos curtieron su voluntad,
la memoria era efímera
como cualquier encuentro casual,
como los números sobre el calendario que no se mira.

Pero, cada día despiertan más expectantes
sin entender qué viven cuando tiemblan sus cuerpos.

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