Quise ser la mujer de Rhomer
para que quizás él arrancara
el desaliento de mis labios de gomaespuma.
Pero habló de un quien ajeno
y se descrearon las compuertas de la esperanza.
¿cómo hacer míos los aullidos del lobo gris?
El lobo aquel marcha en el expreso de las diez y media
y mañana su nombre será otra gota de lluvia en algún charco.
Mientras tanto,
atravieso la niebla
cuando esta ciudad omnipresente cristaliza ecos.
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