.
Aquel hombre inseguro
escuchó siempre palabras pequeñas
pero cambió el foco
hasta que se parecieran
algo más al amor
( o como se llame esa molesta adicción por islas ajenas) .
Los ecos del invierno salvaje no sabían amansarse,
aquellos hilos no le permitieron un solo roce,
un movimiento,
la tensión era marea viva,
solo quedó dejarse llevar,
mecerse en sus olas,
prenderse en su fuego tembloroso,
perderse en su viento de flores lentas.
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