sábado, 3 de diciembre de 2011

El tren marca el pulso
de las palabras esbozadas en el cristal.

Vernos marchar,
sentirnos sobre el andén de la memoria
que salpica besos
para que perduren a través del tiempo
de la distancia,
de los teléfonos rotos
y los lunes neuróticos,
Cuando todo despierta en desorden
y no sabemos encontrar el interruptor de la luz.

Hemos vivido un viaje tan vivos
siendo naufragos de ciudades insomnes
y abrazos como semáforo en rojo.

Vida,
somos,
sentimos,
observamos,
enriquecemos,
caemos en equívocos
y volamos como nebulosas,
dejamos de calcular,
el cielo es un techo de cuero,
maduramos:

Estamos creando un escenario,
el refugio ante la inhospitalidad de los ojos más fríos,
y la lejanía se clava
pero esta consciencia esculpe,
Es algo hermoso y frágil,
como una caja de cerámica.

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