poesia terapeutikoa
sábado, 31 de diciembre de 2011
Faltan ocho minutos
el tiempo muerde y calla
hasta herir,
como la dentadura de un niño
al comer turrón duro.
Las ventanas dan a un patio silencioso.
Lejos hablan de campanas.
El abrazo es una promesa tendida desde el tiempo ajeno.
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