sábado, 24 de junio de 2017

Llegaron con grandes camiones
para instalarte el glaciar.

Fue un trabajo rápido y eficiente.
Sentiste aquel mar estático,
níveo y azul
desde el pecho
hasta la espalda,
y yo lo vi
reflejado en el fondo
de la negra luz de tu mirada.

Cierto día llegó una ola de calor
que empezó a deshacerlo
en súbitas cascadas.

Menos mal que tan solo fue una fuga
y que el servicio técnico no se hizo esperar.
La araña teje
una red
emponzoñándote la boca
-has envejecido y tu vida sigue recordando a
la nevera de un piso de estudiantes en agosto-
has llegado al barranco
donde se te cayó el lenguaje
y no queda ni siquiera el fantasma
de una sílaba.

Ahora que estás muda
se te ahorca el aire
y tu memoria arde
en la armonía inocente de un coro infantil