martes, 18 de mayo de 2010

no creer
es lo que cuenta
al ajarse nuestra
barca en un canal
de esta ciudad que no es Venecia
(ni quiere serlo)

El álamo taciturno despierta tarde
y quizás
escriba un poema al sentir
en su raíz
los golpes del río.

Los gatos
escriben poemas junto a la catedral.
La vidriera se empaña
para no vernos.

Esta mañana
las callejas sin deseo
desvelarán al niño
de rodilla herida
mucho antes del sueño.

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