domingo, 13 de noviembre de 2011


Escucha campanas y pájaros artificiales,
despeja la levedad del río sin prisa,
sumerge sus pasos profundos
sobre campos deshabitados,
encuaderna recuerdos que ubican
la corriente,
adopta impresiones,
se desenvuelve en una imagen,
encendida con caramelos y café amargo,
desglosa miradas
y acalla ademanes.
Se alivia en palabras desde la compañía temporal,
abrazos en sombra,
inmigrantes de la luz,
espejos en cristal fundido,
abrigos de lana
y zapatos contra piedra,
fábricas en ruina
y viento persistente.

Tambaleo.
Incertidumbre.
Laberinto.
Huida y descarte.
La noche debe anular
el origen escuálido del miedo.

Solo trepar estaciones,
para construirse en el paisaje.

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