miércoles, 18 de mayo de 2011

y perderse en galerías,
donde los tilos nos recuerden
que llevamos décadas caminando al rededor de la misma piedra.

Sonreír frente a lo vivido,
quizás por la cercanía fugaz
después de tanto azul amargo,
vemos balcones abiertos a otra tierra,
la soledad del gato altivo nos cautiva
en su elegancia ensombrecida,
la noche se fragmenta en mil cristales
pero ninguno hiere aún,
es demasiado pronto para el fin de las flores.

Quizás debimos haber aguardado un instante
hasta capturar esa sonrisa necesaria,
aquel beso inconcluso
que dejamos prestado al olvido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

comparto el caminar alrededor de la misma piedra y el sonreir frente a lo vivido y que la soledad del gato nos caurive , y el no saber esperar y tantas cosas que nos acercan-